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ERTE vs ERE: principales diferencias

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Los autónomos y pequeños negocios que están atravesando apuros económicos o se encuentran inmersos en algún cambio organizativo tienen distintas herramientas para aligerar sus costes laborales sin necesidad de despedir.

Tanto el ERTE como el ERE permiten reducir los costes que asumen las empresas por sus trabajadores. Sin embargo, cada uno de ellos está pensado y diseñado para solventar determinados problemas, temporales o definitivos.

En este artículo aprenderás:

¿Qué es un ERTE?

El Expediente de Regulación Temporal de Empleo, más conocido como ERTE, es un mecanismo laboral que lleva más de una década recogido en nuestra normativa y cuyo objetivo último es aligerar los costes de los negocios sin necesidad de recurrir a la última opción, que es el despido.

El Estatuto de los Trabajadores recoge en su artículo 47 este mecanismo que no es otra cosa más que una modalidad de ERE (Expediente de Regulación de Empleo), sólo que temporal. De hecho, en la pandemia se pudo ver cómo miles de negocios recurrieron a esta herramienta para poder dejar de pagar salarios durante un tiempo sin necesidad de despedir a sus empleados y con la posibilidad de reincorporarlos.

De hecho, la clave más importante del ERTE es precisamente su temporalidad: da la opción a los negocios de trasladar al SEPE (Servicio de Empleo Público Estatal) la responsabilidad de pagar los sueldos y una parte de las cotizaciones mientras se recuperan de una mala racha económica o algún problema técnico u organizativo.

Alguna las causas más frecuentes para solicitar un ERTE sería la pérdida de un cliente muy importante que hace que, durante un tiempo, el negocio tenga que prescindir de una parte de su plantilla. O, sencillamente, una caída de ingresos temporal de la que la empresa espera recuperarse.

Otro de los puntos más favorables del ERTE -que supone una diferencia importante con el ERE, como se verá más adelante- es que es un mecanismo ágil y permite elegir si se quiere suspender el contrato de trabajo al 100% -el empleado deja de trabajar- o sólo se quiere reducir la jornada -el trabajador cobra y trabaja sólo por media jornada, y la otra media jornada está en ERTE y percibe desempleo-.

Además, dependiendo del tipo de ERTE en el que se encuentra y de las causas que lo originaron, el negocio podrá acogerse mientras tanto a determinadas bonificaciones en la cotización a la Seguridad Social. En algunos casos la exoneración será del 20% y en otros podría llegar a alcanzar hasta un 90% de exención del pago.

Tipos de ERTE

Un negocio puede solicitar distintos tipos de ERTE, que dependerán fundamentalmente de las causas que lo originan y que dan derecho a diferentes bonificaciones a la Seguridad Social.

  • Expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) por causas económicas, técnicas, organizativas y de producción (ERTE ETOP). En este caso, normalmente, se realiza por pérdidas presentes o esperadas que hacen que el negocio no pueda asumir temporalmente los costes de su plantilla
  • Expediente de regulación temporal de empleo (ERTE) por fuerza mayor. En este caso, normalmente, se realiza cuando ha ocurrido algún tipo de contratiempo inesperado -como puede ser un desastre natural-.
  • Expediente de regulación temporal de empleo (ERTE) por causas cíclicas o sectoriales. En este caso, se trata del nuevo mecanismo RED, que se activa por el Consejo de Ministros para un sector de la economía o por una crisis temporal determinada -como pudo ser la pandemia-. 

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¿Qué es un ERE?

Un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) es un proceso de suspensión o extinción de los contratos que se da cuando una empresa está en apuros económicos importantes o incluso cuando ya está disolviéndose.

En realidad, el ERE sería un despido colectivo, solo que a diferencia del despido, la decisión no dependerá solo de la empresa, sino también de la Administración -que lo puede permitir o no- y además tiene siempre que justificarse convenientemente.

Como gran diferencia con el ERTE, el ERE casi siempre termina en el despido de varios trabajadores y, por lo tanto, es una medida que suele ser definitiva.

El beneficio principal de esta medida es que permite a los negocios aligerar definitivamente una parte de sus costes laborales despidiendo a varios empleados de una manera que va a estar siempre justificada -si se acredita bien el ERE-. Por lo tanto, la indemnización que corresponderá será de 20 días por año trabajado -en vez de 33, como sucede con el despido injustificado-.

Tipos de ERE

Como sucede con el ERTE, existen varios tipos de ERE y dependerán de la causa que origine este reajuste de la plantilla, pero también de la consecuencia que genere en los empleados.

Dependiendo de la medida que la empresa quiera adoptar, se distinguen tres tipos de ERE:

  • ERE de extinción: supone el cese definitivo de la relación laboral entre la empresa y algunos de sus trabajadores. Es conocido como despido colectivo.  
  • ERE de suspensión: la empresa suspende de manera temporal la relación laboral con todos o parte de los trabajadores.
  • ERE de reducción: en este caso, la empresa reduce la jornada de trabajo de los trabajadores afectados.

Y en función de la causa, suele haber dos tipos de ERE:

  • ERE por causas ETOP: cuando la empresa atraviesa una situación económica negativa; cuando se registren cambios relacionados con los medios o instrumentos de producción; cuando se produzcan cambios en los sistemas y en los métodos de trabajo; o cuando surjan cambios en la demanda de los productos o servicios que la empresa pretende colocar en el mercado.
  • ERE por causas de fuerza mayor: al igual que con el ERTE, cuando se ha producido algún contratiempo, como puede ser un desastre ambiental, que haga imposible reanudar una parte o toda la actividad.

Diferencias entre un ERE y un ERTE

El ERE y el ERTE son, en realidad, dos caras de la misma moneda. De hecho, el ERTE no deja de ser un tipo de ERE, solo que con posibilidad de retorno.

Tanto el ERE (Expediente de Regulación de Empleo) como el ERTE (Expediente de Regulación Temporal de Empleo) están regulados por el Real Decreto Ley 3/2012, pero están diseñados para hacer frente a situaciones distintas.

La principal diferencia entre un ERE y un ERTE es la duración. Mientras que el ERTE es siempre temporal, un ERE suele ser definitivo. A no ser que sea de reducción, no suele haber vuelta atrás ni posibilidad de volver al puesto de trabajo.

Normalmente, el ERTE se suele utilizar como una “suspensión” del contrato de trabajo para reincorporar más adelante al empleado cuando todo vuelva a la normalidad y el ERE sería casi siempre un despido colectivo.

Además, las obligaciones y consecuencias para la empresa y el trabajador son distintas. Para el negocio, el ERTE suele ser más fácil de aplicar y además se puede hacer en un solo empleado. Mientras que el ERE es un procedimiento que exige mucha más acreditación y además es siempre colectivo -tiene que afectar a, al menos, 10 trabajadores para los negocios que tenga menos de 100 empleados-.

En cuanto al empleado, las consecuencias son muy distintas. Mientras que en un ERE es probable que se termine en despido con una indemnización de solo 20 días, en el ERTE se estará cobrando una prestación temporalmente y es posible que el empleado vuelva a su puesto.

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ERE o ERTE: ¿cuál conviene más?

Vistos todos los puntos anteriores, muchos negocios podrían preguntarse cuál de los mecanismos conviene más, ERE o ERTE.

En realidad no hay una respuesta clara, puesto que son herramientas que sirven para situaciones muy distintas: mientras que una resuelve un problema puntual, la otra pone fin a un problema que ya es definitivo.

La decisión de acudir a un ERE o a un ERTE corresponde exclusivamente al negocio, que deberá evaluar muy detenidamente cuál de las dos opciones es mejor para el futuro de la empresa y sus trabajadores.

Normalmente, es preferible recurrir al ERTE si el problema que atraviesa el negocio puede ser coyuntural. Esta medida permitirá “salir del paso” y poder reincorporar luego a los empleados, sin necesidad además de pagar indemnizaciones.

El ERE es una medida mucho más drástica, que se debe estudiar con mucha cautela ya que es posible que termine en un despido colectivo, con varios trabajadores afectados e indemnizaciones que pagar.

En cualquier caso, lo normal suele ser que los negocios recurran primero al ERE para decidir después si pasar a medidas más drásticas. De hecho, suele suceder que una empresa tome la decisión de un despido colectivo (ERE) después de haber intentado salir a flote con un ERTE.


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VALIDADO POR

Roger Dobaño - CEO Quipu

Roger es CEO y Fundador de Quipu, un software en la nube que lleva +10 años ayudando a autónomos, pymes y asesorías a digitalizar su operativa precontable. A raíz de una mala experiencia como autónomo, Roger se propuso crear un programa que acompañara a los empresarios a lidiar con la administración.